MEDITACIÓN Y RELAJACIÓN
Una terapia sensorial para mejorar la salud y el bienestar
La meditación o la relajación son una terapia sensorial que ayuda a alcanzar la paz interior, y a mejorar la salud y el bienestar.
¿Qué es la meditación como psicoterapia para la salud y el bienestar?
La meditación es considerada un recurso para eliminar las preocupaciones y llegar, sin el uso de medicamentos, a un estado de tranquilidad que despeja la mente y relaja el cuerpo. Dicho recurso, al que se puede acudir con la frecuencia que se desee, tiene el propósito de restaurar la seguridad perdida y la capacidad de afrontar las vicisitudes. Dedicar un poco de tiempo a mirar el cielo y dejar volar la imaginación ayuda a sentirse mejor y devuelve el ánimo para seguir viviendo.
Este arte se ha practicado en la India y muchas otras regiones de Asia desde hace miles de años como una vía para alcanzar la iluminación espiritual (el yoga se desarrolló a partir de él). Aunque la meditación también ha tenido adeptos en Occidente desde hace siglos (por ejemplo, entre los jesuitas y varias órdenes monásticas cristianas), no cobró auge entre los jóvenes europeos hasta la década de 1960, a raíz de los conflictos sociales vividos en esa época y por influencia de los representantes de la cultura popular vigente.
Quienes practican la meditación consideran su disciplina como la técnica suprema de autoayuda. Sin más recursos que el poder de concentración, se logra controlar los pensamientos propios y devolver la calma al cuerpo. Esto no es una tarea sencilla: lograr que la mente no divague y mantener a raya las preocupaciones cuesta trabajo al principio, pero con ayuda de ciertas técnicas es posible alcanzar el estado meditativo profundo.
Utilidad de la meditación y relajación como terapia sensorial
La meditación exige concentración, perseverancia y tiempo (de 10 a 20 minutos al día), y la mayoría de las personas pueden aprenderla sin mucha dificultad. Algunos de sus beneficios son inmediatos, como la disminución del pulso y la presión arterial, mientras que otros requieren una práctica constante.
Las personas aquejadas de hipertensión pueden hallar alivio a sus síntomas mediante la práctica regular de la meditación, e incluso prescindir de los fármacos si además la combinan con técnicas de relajación y respiración.
Se sabe que durante la meditación disminuye la tensión muscular; por eso también es apropiada para aliviar lesiones y dolores crónicos. Asimismo, hay pruebas de que la circulación sanguínea mejora al meditar, por lo que esta disciplina puede servir para combatir la enfermedad de Raynaud, los sabañones y el dolor de cabeza causado por tensión.
La respiración lenta y profunda que impone la meditación, así como la práctica de la relajación muscular, son beneficiosos para quienes padecen afecciones respiratorias, en particular para los enfermos de asma.
El dolor, la dificultad para respirar, la tensión muscular y las preocupaciones son causas bien conocidas de insomnio. Mediante el registro de la actividad eléctrica del cerebro se ha podido comprobar que durante la meditación la actividad de éste disminuye y se asemeja a la del sueño.
Así pues, la meditación permite relajarse lo suficiente para conciliar el sueño y romper el círculo vicioso de insomnio y somnolencia diurna. Esto no implica que meditar ayude a dormir más tiempo, sino que la necesidad de descanso queda satisfecha en parte por el estado meditativo en sí.
¿Cómo llevar a cabo una meditación?
Se requiere un programa de enseñanza formal para aprender las técnicas de meditación. La práctica de la llamada meditación trascendental exige adoptar una postura especial y pronunciar un mantra (repetir muchas veces una frase o una sílaba concreta), bajo la supervisión de un instructor.
Como para algunas personas es imposible alcanzar solas el estado meditativo profundo, algunos preceptores organizan sesiones de meditación en grupo. La meditación individual o en grupo suele llevarse a cabo en forma similar, y tiene algunas reglas básicas.
Hay que abstenerse de comer y beber media hora antes de meditar, y elegir una habitación sin ruidos en donde no haya posibilidad de interrupciones. Algunas personas prefieren acostarse y cerrar los ojos, pero también se puede meditar estando sentado en una silla cómoda, con la espalda recta, los ojos abiertos y con las manos en el regazo. En esta posición es posible relajarse y al mismo tiempo permanecer alerta, mientras que tenderse en el piso o en una cama puede distraer la mente o provocar somnolencia.
Se debe procurar alejar de la mente los pensamientos negativos o conflictivos. Para ello hay que concentrarse en una idea neutra o agradable, y respirar a fondo sintiendo cómo el aire entra por las fosas nasales, llena los pulmones y luego es expulsado lentamente del cuerpo. Hay que reparar también en el movimiento del diafragma y del abdomen (no del pecho) en cada inhalación, contar el tiempo transcurrido entre cada respiración y expulsar todo el aire al exhalar.
Una vez que esta pauta de respiración se vuelve automática, los pensamientos indeseables empiezan a disiparse y se puede concentrar la atención en relajar cada zona del cuerpo. Con cada respiración hay que dejar de fruncir el entrecejo, no apretar los dientes y aflojar paulatinamente los músculos de las extremidades.
Si siguen aflorando pensamientos distractores, hay que dejar que se desvanezcan solos y luego reanudar la concentración en la idea elegida. Después, cuando ya no cueste trabajo coordinar la respiración y la relajación, conviene concentrarse en mirar un objeto atractivo, que puede ser un adorno de la casa o una fotografía de un lugar apacible.
Escuchar música instrumental a bajo volumen suele ayudar a alcanzar el estado meditativo. En algunas librerías venden grabaciones especiales que inducen un estado de relajación profunda.
Hay que meditar por lo menos 10 minutos al día. Con la práctica la meditación pronto se vuelve un hábito al que es posible recurrir casi cuando se desee: por ejemplo, al dirigirse al trabajo en autobús o mientras se realizan los quehaceres domésticos. Al término de cada sesión hay que ejercitar uno o dos minutos los músculos y respirar a fondo antes de levantarse, pues de lo contrario podría sentirse mareo.
La meditación no plantea riesgos y aumenta el bienestar, si bien no es aconsejable practicarla al conducir un vehículo o al utilizar herramientas.
El punto de vista ortodoxo sobre la meditación como terapia sensorial.
La eficacia de la meditación parece residir en que ayuda a concentrarse en una sola idea y permite alejar de la mente los pensamientos desagradables. Al disminuir el flujo de información y de sensaciones al cerebro, se reduce consecuentemente el esfuerzo que éste debe realizar.
Hay pruebas de que la meditación influye positivamente en la respiración, la actividad cerebral, la presión arterial y la frecuencia cardiaca, y el estado de serenidad que produce no sólo ayuda a resolver los problemas presentes, sino que mejora la capacidad física y mental para afrontar los contratiempos futuros.