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Psicoterapia y Consejos

 

¿Qué son las fobias?

La fobia es el temor intenso a un determinado objeto o circunstancia que genera ansiedad, accesos de pánico, estrés, y temor que impiden una vida normal, y se trata con psicoterapia y otras terapias naturales y alternativas.



Se dice que una persona tiene una fobia (nombre derivado del griego phobos, “miedo” o “huida”) cuando experimenta un temor o una aversión intensos e infundados a determinado objeto o circunstancia. Puede tratarse de cosas muy distintas, desde arañas hasta trenes, pero cuando dicha persona tiene que hacerles frente, puede reaccionar con una ansiedad que se manifiesta físicamente con taquicardia, hiperventilación, mareo o sudoración profusa; así, no es de extrañar que la persona adquiera el hábito de huir de tales situaciones o de evitarlas, lo que repercute en su conducta y estorba su conducta personal. Las fobias son bastante frecuentes y afectan a hombres y mujeres por igual. En algunos países desarrollados se estima que el 10% de la población las padece en una u otra de sus formas, a veces complicadas con accesos de pánico.

Entre las formas más comunes están la agorafobia o temor a salir de casa y encontrarse en un lugar abierto y muy concurrido, y la claustrofobia, temor a los espacios pequeños y cerrados; no es raro que ambos trastornos concurran en una misma persona. Entre los aquejados de fobias hay quienes padecen tal grado de ansiedad que llegan a confinarse en su casa, sin poder llevar una vida normal; con frecuencia dan excusas para no salir, rehúyen los compromisos con familiares y amigos, pierden el trabajo con facilidad y pueden aterrarse ante la sola idea de emprender un viaje.

Otros temen al propio trabajo, y otros más sólo pueden trasladarse a él si no deben hacerlo a las horas de mayor tráfico. Ciertas personas fóbicas sienten un miedo irracional de padecer alguna enfermedad incurable, como cáncer o sida, lo que les impide consultar al médico y acallar así sus temores. En casos extremos, cualquier fobia puede llevar a una persona al suicidio.

 

Consejos de Psicoterapia como tratamiento psicológico para las fobias

El terapeuta estimula al paciente a encarar la situación que le causa temor sin perder el dominio de sí mismo, en vez de rehuirla; es probable que lo exponga gradualmente a ella para hacerlo adquirir una especie de inmunidad, técnica que se conoce como desensibilización. Tratándose, por ejemplo, de una fobia relacionada con las arañas, quizá se comience por mostrar al paciente imágenes de esos animales; luego se le hará tocar arañas muertas y observar arañas vivas y, finalmente, tocar estas últimas. Como parte del enfrentamiento con la situación que inspira temor, se enseñan diversas técnicas de relajación, como la respiración profunda.

 

Consejos de Homeopatía como terapia alternativa para las fobias

Para la agorafobia se prescribe Aconitum con potencia decimal de 30 ó 200, tres veces al día, durante 10 días. Cuando el trastorno se debe a un fuerte choque emocional, se emplea Arnica 6, tres veces al día, por espacio de 7 a 10 días. En el caso de la claustrofobia se recomienda Argentum nitricum 30. Si se trata de temor a los recintos pequeños, calientes y concurridos, como los ascensores o el metro, hay que tomar Pulsatilla de la misma potencia. En cualquier caso, la dosis es de una tableta tres veces al día durante 10 días.


Consejos de Hipnoterapia como psicoterapia para las fobias

Después de provocar un trance hipnótico en el paciente, se le enfrenta en retrospección a la primera vez que experimentó su fobia, alentándolo a que la supere. Otra técnica consiste en exponerlo a la situación que teme haciendo que la visualice poco a poco, de modo que pueda soportarla y más adelante vencerla.


Consejos de Arteterapia como terapia alternativa para las fobias

Los instructores de esta disciplina creen que las fobias son consecuencia de temores de la infancia, y que pueden desarraigarse si éstos se expresan mediante el dibujo o la pintura. Una vez que el paciente recrea en imágenes sus motivos de temor, es posible ayudarlo a relajarse y a llevar una vida normal.


Consejo Clínico Ortodoxo para el tratamiento psicológico de las fobias

Los casos de fobia leve pueden tratarse con medicamentos, pero éstos sólo ofrecen un alivio temporal y pueden causar adicción. Para remediar el trastorno de manera permanente, muchos médicos aconsejan recurrir a la psicoterapia.


Consejos de Prevención para las fobias

En muchos casos, las personas fóbicas pueden curarse por sí solas. Las técnicas que aquí se ofrecen no son aptas para quienes toman bebidas alcohólicas o tranquilizantes en exceso. Los enfermos de asma, colitis, trastornos cardiacos o úlceras pépticas deben primero consultar al módico.

Primera etapa.
Anotar qué es lo que se teme; por ejemplo “Detesto los gatos y no soporto su presencia”. Si se trata de varias cosas, asignarle un valor a cada una según una escala de 0 (mínimo temor) a 10 (máximo temor). Informar sobre este programa de autoayuda a una persona de confianza para darse ánimo y perseverar.

Segunda etapa.
Anotar lo que se quiere lograr; por ejemplo “Venceré mi aversión a los gatos y podré visitar a aquellos de mis familiares y amigos que los tienen; quizá hasta les regale uno a mis hijos”. Reservar un periodo de dos horas diarias para la exposición.

Tercera etapa.
Exponerse al objeto o situación que más se teme. Al terminar la exposición, anotar el grado de ansiedad que se sintió. Conversar con la persona de confianza sobre el propio avance y anotar lo que se espera lograr en la siguiente ocasión.

Cuarta etapa.
Anotar en una tarjeta las reacciones que causa la fobia; por ejemplo: Quiero gritar o salir huyendo. Me quedo paralizado. Empiezo a temblar. Se me revuelve el estómago. Me falta el aliento. Me da taquicardia. Siento que voy a desmayarme. Me sobreviene un sudor frío. Siento que me vuelvo loco. Tener la tarjeta siempre a mano y releerla cuando se manifieste la fobia: el saber que lo que cabe esperar ayuda a calmarse.

Quinta etapa.
De las siguientes tácticas. Elegir las tres que se juzguen más útiles para el momento de la reacción: Respirar lenta y profundamente. Si hay tensión. Contraer y relajar los músculos hasta sentirse más tranquilo. Cambiar de enfoque: en vez de esperar lo peor, reconocer que las cosas suelen resultar mejor de lo que se teme. Permanecer expuesto y soportar el miedo, aunque persista; mientras tanto, estar dispuesto a sentirlo plenamente. Aun si dan ganas de huir, recordar que es en beneficio propio exponerse.

 

Alejar los temores imaginando una situación relajante, como una playa donde se toma el sol plácidamente. Si son las reacciones lo que da miedo, cambiar su significado: “Tengo taquicardia porque he corrido”, o bien, “Estoy mareado porque me acabo de levantar”. Pese al mal rato, confiar en que el alivio llegará a su debido tiempo. Reflexionar en que, aun si no se le ve fin al sufrimiento, aquél habrá de llegar. Una vez hecha la elección, imaginar que se está ante la situación que se teme y recurrir a la primera táctica para afrontarla.

Practicar el ejercicio por espacio de tres minutos y luego repetirlo con cada una de las otras dos tácticas durante el mismo tiempo. Por último, anotar lo que se experimenta durante el ejercicio y después de él. Poco a poco, con paciencia y perseverancia, es seguro que se vencerá la fobia.

Aunque la ansiedad puede ser muy molesta, rara vez hace daño. Es un gasto de energía inútil huir de aquello que motiva una fobia. El afrontar los motivos de temor repercute en beneficio propio. Cuanto más dure la exposición a o que da miedo, mayor será la mejoría. Cuanto más pronto se enfrente el temor, tanto antes desaparecerá.

Nota Importante:

El Consejo Profesional de Terapeutas le recomienda que se asegure que su terapeuta cumple con un código ético como terapeuta profesional, y de que cuenta con la formación adecuada en su especialidad, bien sea como especialista en la materia, o incluso como doctorado

El Consejo Profesional de Terapeutas no asume ninguna responsabilidad del uso de los consejos terapéuticos y sus posibles efectos en la salud, y aconseja consultar siempre con los especialistas de cada rama. No tome por su cuenta medicamentos que deban ser prescritos por un profesional sanitario acreditado. No deje de tomar ningún medicamento que le haya sido prescrito por un profesional sanitario sin la supervisión adecuada.

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